lunes, 19 de mayo de 2014

Sin miedo

Me encontré este texto, me pareció que expresa cosas que algunos sentimos y lo comparto acá:


Lo que caracteriza a los animales es el miedo: a cada momento temen que un rapaz se los coma. Sólo los humanos que desarrollan su Conciencia llegan a la libertad de vivir sin miedo, aceptar morir, no temer perder. Pero esta sociedad inhumana-industrial necesita que los ciudadanos vivan angustiados, semi-drogados, infantiles. Manipulados por el miedo, compran, consumen, obedecen, llenan su vacío espiritual con juegos necios, es fácil esclavizarlos. No hay que idealizar a la prensa ni a ningún medio de comunicación, todos están manipulados por los grandes y golosos capitalistas. El dinero actual es sólo simbólico, no representa una materia preciosa: es producto de especulaciones que se basan en los mercados, mercados vampiros que subsisten si los humanos-animales no pierden la confianza en el poder político constituido por actores marionetas… Todo está contaminado por el miedo. 

Primero que nada miedo al espacio: se nos ha dado un universo infinito en continua expansión, se nos doma para que nos parezca natural vivir en unos pocos metros cuadrados; las ciudades son cárceles con calabozos estrechos. Se nos enseña el miedo al tiempo: se exalta la juventud, se odia a la vejez, se predica un meloso “aquí y ahora” haciéndonos olvidar que la realización de la raza humana está en el futuro, y que los intentos del universo son los de crear una conciencia inmortal. Miedo a la pobreza: nos sumergen en una lucha encarnizada contra los otros para tener más riqueza, haciendo que no nos demos cuenta que la riqueza es fruto de nuestro trabajo común, nos pertenece por igual a todos. Nos vendan los ojos para que no protestemos porque unos “ricos” acumulan los beneficios de incontables “pobres”. Y el peor de los miedos, el miedo a sí mismo: adentrarse profundamente en nuestro espíritu, atravesar la tinieblas del inconsciente, para encontrar nuestro centro luminoso, libre, produce terror porque nos hace diferentes a todos los sumisos. Se educa a los niños para que sean “como todo el mundo”, haciéndolos agredir y aislar a sus compañeros “diferentes”. 

viernes, 16 de mayo de 2014

El espantapájaros de Agata

Hay un cuento de La Pequeña Lulú donde la Bruja Agata, personaje de esa historieta, creó un negocio que ella encontró muy ingenioso: mandaba un grupo de cuervos que trabajaba a sus órdenes a invadir alguna granja y atacar los siembros sin piedad, ante la desesperación del dueño que miraba a las aves posarse sin temor alguno sobre su espantapájaros. De pronto, y de la nada, aparecía ella como caída del Cielo, con un espantapájaros marca registrada que plantaba en media huerta y los cuervos desaparecían como por arte de magia, nunca mejor dicho. Ante la alegría, alivio y agradecimiento del granjero ella procedía a cobrar unos dos mil dólares por el muñeco y el señor, aterrado ante la posibilidad de una nueva invasión, se resignaba a pagar por la solución mágica, sin enterarse nunca de que la causante del problema era quien le vendía la solución.

Siempre he admirado el ingenio de Marge Henderson, creadora de esta caricatura, quien tenía la gracia de entretener a los niños sin dejar de comunicar cosas importantes a las personas más grandes. Y este cuento en particular, me hace pensar en cuántas de las cosas con las que quieren asustarnos desde que venimos a esta dimensión serán realmente ciertas o realmente tan graves como se grita por aire y tierra. Si no serán un Coco deforme, alterado o inventado, creado ya no para que tomemos la sopa sino para intentar estafar, dominar y manipular.

Que si tu tataratatarabuelo murió de cáncer, ya estás condenado vos a lo mismo. (Hombre, la mitad de la gente muere de eso y yo creo que son más culpables las gaseosas y el estrés que el cáncer del tatarabuelo). Que la Tierra está furiosa y por eso llueve en verano y que luego va a explotar. (Pues ya se ha congelado y descongelado otras veces y hasta se le murieron los dinosaurios y la cosa siguió. Y como ser vivo que es, morirá algún día). Que el sol, en unos años, va a aniquilar a la gente de tez blanca. (¿El sol de dónde? Será si se va uno a vivir al desierto de Nevada, acá con un bloqueador de 30 basta.) Que el mundo está muy competitivo ahora (Competitivo siempre ha sido, ¿si no por qué crees que inventaron eso de la selección natural? ¿O será por mera suerte que hay gente que pasó a ser importante en la historia del mundo y otra no?)

Ni hablar de asustar con enfermedades. Cualquier medicucho apuña un conjunto de síntomas y les pone el nombre de Síndrome con su apellido a la par. Y luego desaparece de la faz de la Tierra sin explicar a qué se debe ni de qué se trata ni cómo se cura ni nada. (En eso consiste un síndrome: unos síntomas que sólo se citan pero el que los citó no sabe ni dice cómo curar ni prevenir. Sí, acertó, cualquiera, observando un poco a la gente, puede "descubrir" un síndrome y ponerle su nombre y sentirse luego importantísimo.).

Sin dejar de recomendar antes que se sepa diferenciar la alharaca de lo que sí es una advertencia válida, pienso que es hora de liberarse de tanta carga innecesaria y tóxica, y, sobre todo, no permitir que quien inventa estos Cocos venga luego en plan de salvador a vendernos DVDs, sombreros, carreras con proyección laboral a futuro o medicinas que  no curan nada pero devastan tu salud y tus finanzas. Mucho cuidado con esas Brujas Agatas que te quieren vender a dos mil dólares un espantapájaros "magico" que espanta sus propios cuervos, con esos salvadores de tu vida que van a darte la solución sabia para ese problema que no tenés y esa enfermedad que ni siquiera existe. 

El mundo debería ser un lugar más seguro, definitivamente. Pero, por ahora, y mientras mandamos a las Agatas a hacerse estatua en una olla de puré de papas hirviendo, como en el cuento,es imprescindible tener clara la realidad, que, por cierto no es ni tiene por qué ser dura, y desechar a los Cocos que nos quieren endosar. Para siempre.

jueves, 15 de mayo de 2014

Tres vueltas hacia el sol y un giro viendo a esa nube....

Una de las cosas que detesto de la loteria que me tocó de nacer acá son las direcciones ticas. Si es que puede llamárseles así. Es increíble que en un país que fue el tercero en tener luz eléctrica aún no haya algo tan básico como calles con nombre y casas con números. Y cuando hay, nadie se fija. Entonces ahí está la gente refiriéndose a comercios o árboles para ubicar su casa u oficina, y perdiéndose siempre en la primera visita a alguien, sobre todo si la "dire" no se la dieron muy bien. Porque esa es otra: encima de que hay que dar direcciones prehistóricas son pocos los ticos que las explican bien.

Hace días quiero visitar al peluquero y, de paso, como es amigo de la casa, dejarle algún regalito para su nuevo hogar. Pero la cosa se ha ido complicando de la forma más extraña y absurda. Veamos, lo llamo y le pregunto la nueva dirección:

- Pedísela a tu mamá, ella la tiene

Primer error. Si ya los ticos dan mal las dire, mi mamá los lidera a todos. Con el cuento de que quien tiene boca a Roma va, escribe cualquier insensatez en el papel y luego pasa dos horas preguntando a medio mundo dónde vive sutanito o dónde queda tal cosa. Pero bueno, anoto las señas y me lanzo "after office" rumbo a la casa de Rodolfo, donde tiene su local. No está complicado: al final del Boulevard de Rohrmoser dar vuelta  a la derecha 70 metros, edificio blanco de cuatro apartamentos.Sencillo, muy sencillo para ser de acá.

Al final del boulevard se llega rápido, son sólo unas pocas cuadras, pero el problem es que salgo a una calle muy transitada y no al barrio silencioso donde Rodolfo dice vivir. Lo llamo.

-Rodolfo, ya llegué al final del boulevard pero sólo está Plaza Mayor.

- Aaah! Pero en cuál boulevard estás?

-Pues en el de Rohrmoser, el de la Nunciatura

- Aaaaah, noo, es el otro!

- ¿¿Cuál otro??

- El otro, el de La Favorita

- ¿Vivís en La Favorita? ¡Haber comenzado por ahí! El que todos conocen como Boulervard de Rohrmoser es el de la Nunciatura

- Mirá, andá por el lado de la Embajada y bajás lo suficiente. Doblás y es facilísimo

- Pero cuánto bajo? Y para dónde doblo?

- Ahí la calle te va llevando.

Cuelgo más confundida que antes, pero al menos me dirijo al barrio La Favorita. Hago cálculos, calculo probabilidades, construyo mapas mentales y doblo a la derecha. ¡El boulevard! A ver, creo que habló algo de que vivía cerca de doña María, otra amiga común de su familia y de la mía, por lo que trataré de llegar a la casa de ella (a la que sólo he ido una vez) y después vuelvo a llamar. Por cierto, ¿cómo hacía la gente cuándo no había celulares? ¿Se perdía en lontananza para siempre? Ah, es cierto, que el que tiene boca....

Me fijo y me fijo y ....violá! La casa de doña María, imposible confundirse, recuerdo incluso el supercito y la farmacia en la esquina. Llamo de nuevo.

- Rodolfo, estoy frente a la casa de doña María. ¿Qué hago ahora?

- Bueno, vivo cerca de ella pero no tanto. Tenés que llegar a Pipasa y de ahí doblás y está el edificio.

- ¿Pero dónde queda Pipasa?

- A la vueltica del boulevard

- ...

Y aquí estoy, emulando a Rapunzel y maldiciendo la indolencia de un gobierno que no se fajó los pantalones y mandó bautizar calles y numerar casas para poder ubicarse como lo hacen todos los demás países del mundo. ¡Ah! Y penar a quien dé pseudodirecciones como esta. Que yo ya estoy harta de la vueltica viendo al sol y el giro hacia esa nube de allá...
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martes, 13 de mayo de 2014

Un espacio nuevo

Y pasó. No pude estar más sin uno, aunque sólo escriba de vez en cuando. O, de repente, a menudo. Depende de qué tan inspirador sea el entorno. Pero luego de  que me cerraran mi antiguo blog, me faltaba algo. No me importa si ya no son tan comunes. O si no recupero mis lectores. Voy a disfrutar contando, opinando, creando y reflexionando sobre todo lo que quiera. Porque este mundo no deja de asombrarme desde que vine a él, y son muchas las cosas que no entiendo, y las que me regocijan o entristecen, y las que yo tengo claras pero muchos de los que tengo cerca, no...

En fin, inauguro una nueva casa. Me emociona pensar si alguien entrará pronto. Y hablará conmigo sobre ese mundo contradictorio, dador de emociones de todo tipo, esa casa giratoria de techo azul, ese barrio redondo que ya estaba como está cuando llegué a él.