jueves, 31 de julio de 2014

EL POTENCIAL DE LOLA

No veía muy a menudo la serie Los Reyes de la Colina, pero me gustaba bastante su mezcla de humor y seriedad al tratar muchos temas. Recuerdo en particular un capítulo donde Lola, la sobrina de Peggy, buscaba con ansias su vocación, su función en el mundo. Luego de probar con varios oficios sencillos en los que no dio pie con bola, pidió trabajo en una peluquería. Su desorientación de principiante se disipó rápido y dio paso a un verdadero talento para hacer cortes de todo tipo y dejar bien satisfecho al cliente. A los pocos días era la peluquera más solicitada del salón. Con estas buenas noticias llegó a su casa y, para su decepción, su tía Peggy se sintió alarmada y triste de que un empleo de peluquera provocara en ella tanta alegría. "No estás explotanto todo tu potencial, ese gran talento que Dios te ha otorgado" le dijo. Al preguntarle cuál era entonces, Peggy se limitó a decir algo como "ya lo encontrarás, pero seguro que no es cortando pelo".

¿Y por qué no era cortando pelo?¿ No es acaso un trabajo honrado, que puede generar un ingreso digno y, además, si se hace correctamente y hay una dosis de talento, encima se puede alegrar y descomplicar la vida de mucha gente? (¿Quién no ha tenido que pasar de un peluquero a otro porque no le hacen bien las cosas o quieren cobrar de más? ¿Cuántos hombres, prácticos como son ellos, no adoran tener un lugar fijo por muchos años para que la persona de su confianza les corte el pelo "como a ellos les gusta"? Entonces, qué se le puede objetar a un oficio que, bien logrado, es una especie de Santo Grial de los que queremos simplificarnos la vida sin perder nada a cambio? 

Por otro lado, estaba más que mostrado que Lola no era ninguna Madame Curie (¿y quién lo es? a ver, levanten la mano las mujeres que han recibido dos premios Nobel  en dos ramas diferentes. Sólo ella, ¿verdad?)  Y, aunque el tío hizo esfuerzos por abrirle los ojos, Peggy continuaba llorando por "ese potencial desperdiciado" que Lola no estaba aprovechando. Y, de paso, desanimaba y hería a su sobrina, a quien le daba a entender que no aspiraba a una vida mejor, a progresar, sino que se había conformado con algo que ella consideraba mediocre. 

Pero la tía Peggy andaba muy, pero muy confundida. Aprovechar la vida o vivirla sin mediocridad no es ser astronauta o dueña de veinte centros comerciales o descubridora de la vacuna contra el cáncer. Claro que quien logra estas tres cosas por sus propios medios  y de forma honesta es un absoluto triunfador, al menos en lo que respecta a cuestiones de trabajo, pero esa es sólo una de las opciones. Y, seamos, francos, ni todos los arquitectos son Gaudi ni todos los doctores Alexander Flemimng ni todos los deportistas Ronaldo ni todas las actrices Meryl Streep. Ellos son excepciones, no regla. Pero eso no significa que los demás no pueden dejar huella y hacer la diferencia en el mundo. Por supuesto que sí. La clave está en hacer algo útil y de manera correcta. Algo que ayude a otros a mejorar sus vidas, esa vida que el doctorcito que inventó la vacuna contra el cáncer le salvó. Bueno, ahora que la tiene segura, está el peluquero para que usted ande bien peinado por la vida, el buen albañil para que la viva en una casa bien construida, el escritor cuya inspiradora novela te dé coraje para seguir adelante, el ingeniero que embellece tu ciudad, el técnico en computadoras que siempre te la tiene a punto, el médico general que tiene ética, que te cuida y te cura o sabe remitirte al especialista correcto si es necesario.

La tía Peggy no sabía nada. No sabía que quien hace bien un oficio puede ser el salvador de mucha gente, el que ilumine muchas vidas y haga una gran, gran diferencia. La mayoría de nosotros, gracias a Dios, nunca necesitará un neurocirujano, pero cuántos no iríamos a la Meca por conseguir al fin ese albañil que nos pinte la casa sin incluir a las plantas, o esa modista que nos haga una "copia" de esa blusa que se nos rompió y tanto nos gusta, un mecánico que no intente pasarse de listo, un médico de familia que nos conozca y trabaje con moral  o.....una peluquera que haga un trabajo perfecto sin cobrar una fortuna?

La vida, más que de viajes al espacio o decodificaciones de ADN, está hecha de momentos diarios que queremos que sean felices, útiles y perfectos. Lola tenía un gran potencial. Y mejoraría la vida de muchos. Yo me quedo con ella, y tal vez la brillante madame Curie, científica y madre de varios niños, hubiera dado lo que fuera por tener una buena nana y un buen lavador de probetas que quizás le hubieran mejorado la vida al punto de permitirle obtener su tercer Nobel.

4 comentarios:

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